El corazón fue más rápido y los vio entrar como quien entra a hurtadillas por la puerta de los secretos. Para distraer a su dueña y evitarle un sufrimiento asegurado, se desparramó contra el suelo y él mismo se hizo trizas. A ella no le quedó otra que poner todo su empeño en recoserlo y volvérselo a activar. Él se dejó hacer, cómplice consigo mismo.
gravat de Gabriel Vidal Molina
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