Las latitudes mueven las esferas que las coronan,
giran en círculos y en los campos aparecen las amapolas.
Ese rojo pisa la frente de los cándidos,
anuda las corbatas de los enmascarados
y cierra el festín de los ilusos.
De repente las distancias ronquean y bailan sin música:
allá un algarrobo mueve una rama,
allá el cienpiés pierde el equilibrio.
Y, mientrastanto, en el núcleo del volcán,
la certeza del miedo más atroz se hace real:
las distancias se calculan con medidas nuevas,
con atónitas esperanzas, que cortan las trenzas
al ver tapiado el patio del recreo,
con voces que exclaman: tan cerca, tan lejos.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada