Desnuda.
Me arrojas al viento,
a los zarzales.
Simulas dejar crecer el trigo
sin importarte la siega
ni el manojo de amapolas,
que se esturrean por mis carnes.
Desnuda.
Haces eterna mi gangrena
y consientes el riesgo
y la muerte,
el desasosiego,
el libre espacio,
ironía tal vez,
para no volver.
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