¡Cuántas
despedidas!
Como soles
bajando en el horizonte,
así miro
los paisajes que me envuelven.
Nada hay
que me pertenezca;
sin embargo,
todo mi barro
está hecho
de ellos.
Y de todos
los adioses,
me detengo
en el tuyo:
qué
liviano me parece ahora,
aún tierno,
cálido...
Me resisto
apenas un instante
mirándolo
y mirándome
en ese
vacío profundo, intenso...
Cuánto
amor esconden los espejismos!
Y mientras
te siento aún en mi,
dudando en dejarte marchar,
Se me
escapa un beso.
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