Hoy el frío cruzó mi ventana y se instaló sin pedir permiso, sin medir el aliento, sin tomar asiento...
Sin voces que vaguen a tientas, he sabido reconocer su procedencia. El pozo sin fondo que lleva como sombra lo delata. Por más que disimule o de vueltas distraídas, el caño de su agua siempre sabe a nube que aplasta.
Caen los deshechos de los madrigales. El ciego se levanta de su abismo y penetra en otra oscuridad. Los sinfines se hacen eternos y los instantes se desvanecen arrollados por un hechizo sin nombre. Aquí! Aquí! Grita el deshauciado, pero el tumulto pierde el equilibrio y se funde en una línea con rumbo equivocado. Se desvanece, se arranca, se trocea y nada sigue ahí cuando te giras después de apuntalar con la mano undostrespicapared.
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