El mar se cierra en tus ojos,
en la noche de la luna,
en los grillos que te cantan,
en el sinfín de cuerdas
que anudan los días felices
y esparcen flores que atalantan.
El silencio,
en cambio,
habita la cueva del ciego,
el crepúsculo del adiós,
las horas muertas,
de ausencias,
el beso mustio
agriado en los labios,
el abismo, la duda, el temor.
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