La suavidad de la noche apareció de repente como las hormigas que tenía cada mañana al despertarse sobre el mármol de la cocina. Cómo era posible, se preguntaba, que esas intrusas no se dieran por vencidas. Porque esa guerra particular que mantenía día sí y día también la recordaba perfectamente y sabía a ciencia cierta que el día anterior había pasado lo mismo. En cambio, cada vez se desdibujaban más de su mente los recorridos personales de sus nietos.
-Ah, ¿que ya está en la universidad? -le decía a su hija y se decía a si misma con asombro y el ciclo de las palabras volvían a poner la información en una cabeza que se resquebrajaba por momentos.
Hay cuerpos que vienen al mundo con un cesto lleno de ironías y el suyo era un ejemplo. El tiempo llevaba toda la vida cebándose con ella: primero por las cuestas tan empinadas que la vida le había ido poniendo y ahora... llevándose los recuerdos como migajas en plena hambruna.
Ese naufragio personal iba arrasando con presentes y pasados, con lo bueno y lo malo de cada momento y en su lugar aparecía un lienzo de retales, a veces en blanco, otras con trazos dulces como si una nueva juventud acaeciera en el final de sus días.
Con esos aires de su primera candidez se reencontraba con su marido cada noche como si sus cuerpos fueran los de aquellos jóvenes que miraban el futuro con ganas de saborearlo.
Otras veces el rompecabezas encajaba mal y traía vientos huracanados que saqueaban sus últimos resquicios de esperanza. Ahí se daban cita los porqués, los dije y dijeron de antaño que ahora aparecían como sombras punzantes poniendo voz en un escenario sin dirección. ¿Cuántos relatos caben en una vida? Se preguntaban sus hijos.
Una mañana, como si una nueva brisa la hubiera traído de vuelta, desprovista de toda preocupación y rencor, salió a la calle con los ojos llenos de reconciliación con la vida. Se encontró con vecinas, con amigas que aún le quedaban de la infancia, con las únicas hermanas que vivían, con sus cuñadas... Y quiso compartir con ellas, por fin, ese reir sonoro que traen las barcas cuando los viajeros van sin equipaje.
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