WISH YOU WERE HERE

Esta conversación imaginaria la he iniciado tantas veces... Algo hay que se atranca... y sé que te gustaría saber que hoy he batido todos mis récords con las piedras... las he lanzado sobre la playa y todas, todas han saltado, algunas incluso han dado más de 7 botes... Ya me imagino tus palabras si hubieras estado ahí: “eres una campeona” y es verdad que hoy me he sentido así. Ese es mi ritual de cada tarde: cuando ya todo el mundo se ha ido, y las calitas se quedan en calma, entonces me doy un baño, nado con ese murmullo casi imperceptible que produce la levedad cuando toca la quietud y me despido de ese mar que ha tenido que aguantar tanto bullicio. Recojo y me voy yendo observando las sombras, esa luz de silencio que te envuelve en un vaho de nostalgias extrañas. Entonces paro en una de las calas, que está llena de piedras, y elijo las mejores. “Que sean planitas, redondeadas...” me decías, y así las escojo y palpándolas bien, las lanzo con fuerza para que los surcos que hacen al saltar las lleve bien lejos. Esos instantes de ver flotar las piedras, tan pesadas ellas y sin embargo tan ligeras cuando consigues hacerlas volar, me siguen dibujando una expresión de incredulidad y de sorpresa como cuando era pequeña y admiraba tu destreza: con qué arte las hacías bailar consiguiendo hacer con ellas una línea recta infinita… Y ya ves, así he seguido yo, cautivada durante todos estos años por la magia de la gravedad. 

Después sigo caminado descalza por todo el camino pensando en ti, y me vienen otros momentos de aquellos tiempos en los que aprendía llaves de lucha libre y grecorromana contigo y pretendía ganarte en el suelo de casa, a ti, que eras fuerte e invencible… y seguía pretendiéndolo, tozuda de mi, sobre el tablero de ajedrez… Tiempos también en que tú ibas delante y la naturaleza era un gran libro de ciencias naturales donde aprender de ti. Ese amor y curiosidad por todos los seres vivos me acompañan siempre, como si mirara a través de tus ojos... 

Y entonces te veo ahora y detengo el viaje al pasado; tu imagen me devuelve bruscamente al presente, donde el alzheimer hace que la fragilidad te acompañe y te vista cada día de la vulnerabilidad más humana. Cuantas ironías nos aguardan, pienso. Ahora soy yo quien va delante porque tu orientación no te deja reconocer las calles por donde has transitado desde casi toda tu vida… Y con ese apuro que da reconocer las jugarretas del destino, nos reímos diciendo que tu memoria ha trabajado tanto que se ha ido de vacaciones, pero que ahí estoy yo para prestarte la mía. Y con los ojos llorosos me das las gracias y yo sigo aprendiendo tanto de ti…!