-Dime que me quieres -le dijo él en un susurro.
-Claro que te quiero -le contestó ella mirándole a los ojos.
-Prométeme que no me vas a abandonar.
-Te lo prometo.
-Que siempre vas a estar a mi lado.
-Siempre.
-Entonces, ya me puedes llevar contigo.
Y la muerte se lo llevó en un soplo.
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