dibujan rutas imaginarias para alcanzar el olvido.
El tiempo irrumpe y diluye la duda.
Nada es lo que parece
ni las sombras tienen refugios escondidos
ni los secretos susurran a los amores ciegos.
Más allá de los pasos perdidos está la luna
Con ella, las confesiones tienen gusto a dulce de leche,
a refugio,
a leña cortada,
al cárabo nocturno.
Las estaciones internas no hacen parada.
Reviven una y otra vez trayectos usados
y cambian de lugar los cortafuegos del laberinto.
Sin más espera, el poeta lanza el grito final.
Después todo se silencia. El corazón se detiene.
los colores de otoño se tiñen en los despojos.
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