NO POR MUCHO MADRUGAR AMANECE MÁS TEMPRANO

Aunque siempre había alguien que tenía en la punta de la boca el refrán "no por mucho madrugar amanece más temprano" y se lo decía a la menor oportunidad, esa aún no mañana de otoño, Remedios quiso salir de su casa para encontrarse con el amanecer... o con lo que fuera, pero necesitaba salir de allí o quizás de si misma.

Por el camino sólo se encontró con algún grupo de trabajadores que, viéndola con esas prisas, de inmediato comprendieron que debía ser otra ingenua que salía a uñas cortando para despertar el amanecer.

-No hace falta que corras tanto, muchacha, que el amanecer no se va a despertar antes de tiempo por ti -le hizo saber uno de ellos con cierta burla.

Ni siquiera los miró. Siguió su camino como quien se deja arrastrar en los raíles trazados, observada por un manto negro que no albergaba dudas sobre las premoniciones de aquellos hombres. Pero Dolores, lejos de aminorar el paso, siguió adelante o hacia un adelante en el que se figuraba que se encontraba el amanecer, con más convicción que nunca. Algo encontraré, se dijo, y ahí estaba: subiendo el sendero hacia la montaña. 

Es curioso caminar entre la oscuridad porque poco a poco se ven distintos matices de negrura y de repente hay más luz de la que uno se podría imaginar. En ese pensamiento y en otros suyos andaba Dolores cuando llegó al final de la cuesta y vio la bajada de la ladera de la montaña, el bosque a mano izquierda y el fondo del mar delante suyo... Cómo era posible, se preguntó. Cómo podía ser que viera todo aquello con tanta claridad y nitidez si aún no había amanecido.

Entonces, bien despierta, quiso entender el alcance del refrán y a qué amanecer se refería y entendió, también, el amanecer que, por fin, había encontrado.