Y el frío, en su cobijo,
deshace las luciérnagas de la mañana
arranca pétalos
esparce círculos en el agua
como piedra hundida
como hierba que se enmaraña
Mientras, el horizonte se alza anhelante.
Decide el astro qué trae al día
quién recibirá el primer rayo,
el azul intenso que abre la cama,
el desatino de los párpados
que a tientas se desarman.
En sus órbitas giran y estallan
piel contra piel
arrullo de cuerpos
desfile de pliegues líquidos
latido en latido...
miradas.
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