Desnudadas las palabras, una mano anónima las introdujo en el alambique y salieron retahílas musicales: el silbato de un tren, la lluvia repicando en el coche, la puerta del ascensor, el picaporte de casa, los pasos de un encuentro deseado, el beso de amor, el cerrar de los postigos de la ventana, la risa, las burbujas del cava y el caer del veneno en la copa.
El jurado lo declaró culpable.
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