HOMENAJE AL CINE

Fue en Casablanca cuando Harry encontró a Sally y se sintió solo ante el peligro. Sin que nadie le dijera hable con ella, pero sabiendo cuáles son las cosas que importan, intentó realizar la huída más silenciosa al estilo de la gran evasión al mismo tiempo que intentaba recordar el camino a casa, con los cerezos en flor... pero no le fue fácil encontrarlo por lo que, sintiéndose un hombre entre sombras, se quedó contemplando, cabizbajo, lo que el viento se llevó y se dijo a si mismo: quiero vivir! El cielo puede esperar. Así pues, dejando atrás esa cita con la muerte y casi sin buscarlo, le vino a la mente un montón de imágenes; una de las que más le habían impactado fue la muerte de un ciclista que, ironías del destino, en realidad fue una muerte en Venecia y como si alguien gritara goodbay Lenin, los unos creían que era una broma y los otros caminaron mar adentro, sin miedo a la vida, hacia un lugar de la memoria, más allá de los sueños. Cuando estaba todo el bosque de luto, a las nueve de la noche, apareció Fedora, la condesa descalza, con su luz silenciosa, con ese milagro sobre las campanas como si cayera el cielo sobre Berlín. Entonces, como si el sexto sentido le alumbrara más allá de la vida, como si entendiera, por fin, qué había en la delgada línea roja que esconde el gran silencio, se imaginó un túnel hacia la libertad. Así fue como el carrusel de la vida puso en marcha las luces de la ciudad y con sangre y arena el chico, nuestro protagonista ¿recuerda?, hizo un viaje a la luna, tal y como corresponde a los tiempos modernos y se olvidó de los lirios rotos, del nacimiento de una nación, de la intolerancia, de la casa embrujada, de los ecos que le empujaron a matar a un ruiseñor. Y decidió volver a la vida de antes aunque no supiera muy bien como llevar a cabo el regreso. En algún lugar del corazón sintió los gritos del silencio, esos despertares que a veces te llevan hacia rutas salvajes o hacia el club de los poetas muertos, qué mas da, el caso es que en ese blow up, sintió la prueba de fuego, la vida de los otros en el calor de la noche y como el cartero siempre llama dos veces o  simplemente reparte cartas con la idea impresa de que la vida es bella, se quedó mirando a su pie izquierdo y se dijo: vive como quieras!