CULTIVOS

En la loma de lo incierto cultiva encuentros imaginados, pergaminos con rutas posibles de ser transitadas, canciones de amaneceres que aparecen cuando todo ha desaparecido, estaciones con paradas mullidas para saborear las ausencias, nubes que llueven palabras con voces y silencios, sonrisas que llevan incrustadas miradas de las que se reconocen a lo lejos, añoranzas para perpetuar recuerdos de quienes se han ido, abrazos con alma y besos con deseo, alientos que se buscan más allá de lo acordado... Y poco a poco, arraigan en esa tierra de nadie, entre esos apátridas del corazón que se dan permiso para hilvanar sendas desconocidas y alimentar esos cuerpos extraños de sosiego. Y entre zanjas y riegos, entre vientos y soles que protegen y arrecian se forma un telo frágil y firme que hace crecer ese huerto singular, abanderando por un lado el olvido, cuando urge, y por otro repartiendo confianza como si fuera una caricia necesaria para seguir en pie, incluso si el paisaje se hace inhóspito.