Fabio, el guía espiritual de su nuevo encargo de creación, no salía de su asombro. Otra vez, no, por favor, se decía ante su nueva equivocación, al mismo tiempo que se preguntaba dónde podía estar esa avenida llena de casas en que se respirara amor y armonía entre sus gentes. Porque lo que tenía ante él distaba mucho de ser la ciudad que le habían encargado para dejar a su pedido, más bien parecía un poblado de alguna zona muy calurosa, a decir por la tierra reseca que tenía a sus pies, y llena de mosquitos muy pesados, por cierto.
Mientrastanto, en otro punto del universo, sin sospechar qué catástrofe universal estaba llevando a cabo Fabio en ese mismo instante, otros guías espirituales de la misma empresa de creación de seres conversaban llenos de júbilo y esperanza:
-Por lo que han dicho ha ido rápida la firma del contrato.
-No era para pensárselo. Se crean contratos así en contadísimas ocasiones.
-Cierto. El último fue para Stephen Hawking, pero en aquella ocasión no fueron tan generosos y le incluyeron la enfermedad de Lou Gehrid. La futura persona que ha salido por la puerta lleva un chollo bajo el brazo, ¿no?
-Tú dirás: los mejores genes, composición de su masa mental, emocional y espiritual con valores que quintuplican la media. Vivirá en una ciudad de grandes recursos, en una familia seleccionada para que crezca en un ambiente amoroso, estable, que le ayude a sacar su gran potencial...
-No se quejarán los de allá abajo. De aquí unos años habrán podido dar un vuelco a su civilización.
-Sí, la empresa ha hecho un buen trabajo y seguro que a partir de ahora todo les irá mejor.
-¿Quién era el guía, por cierto?
Miran la firma de entrega de ese nuevo ser y leen "Fabio" y los dos al unísono gritan:
-Mierda!
Dedicat al Xavier.
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